lunes, 6 de mayo de 2019

"¿Qué es Música"?, de Julio Sanz Vázquez


Un buen día, sentado en el poyo de la casa de mi abuelo, me dejé llevar del silencio de la mañana. El silencio ¿cómo definir el silencio? No sé, no soy capaz de definirlo. Alguien pretencioso -de esos hay muchos- hablan sobre romper el ruido organizado, navegar en las música algorítmicas, despertar la intuición, abrir un vórtice musical sónico-cósmico, crear una onda gravitacional, provocar, evocar, estimular, robustecer y desarrollar diversas emociones y sentimientos, pero no me definen el silencio. Sin embargo, estando allí bajo la ausencia de sonidos, en aquella mañana primaveral, nada ni nadie rompió aquella armonía del tiempo. Luego, escuché a mi corazón, porque él conoce todas las cosas, porque dónde esté él estará mi tesoro -bien lo decía Paulo Coelho- y crecí más deprisa de lo que el devenir marcaba.
Pero no he venido aquí a contar mi historia personal -aún en pábulo de reflexiones- no, porque aquí he venido a definir un reto, ese que yo -vanidosamente- he querido afrontar cuando en mi potencial interior apenas tengo conocimiento científico, sentimiento expresivo y capacidad complaciente para hacerlo con la dignidad suficiente. Qué sé yo de música, amigo mío. Y sin embargo, he aceptado la propuesta -sin darme cuenta de que poco puedo aportar- y así haciéndolo cumplo con esa "inconsciente más que atrevida" apuesta que me ha hecho Julio Sanz Vázquez, al invitarme a realizar el Prólogo de un magnífico trabajo, más que ello, de un apasionante proyecto en el que la búsqueda de la esencia seguirá siempre en el vacío de las potestades; éste que él, su autor, ha titulado en liviana compostura y valentía: ¿Qué es música?
Cierro los ojos y escucho. Tal vez se oye algo cuando hay silencio. Yo creo que sí. Me animo a saber cuándo una onda de perturbación, casi un juego infantil, me hace ver que el cuerpo es un gran hablador. Y lo digo porque sus palabras en sueños son composiciones al azar -lo dice expresamente el poeta Rafael Talavera-, son improvisaciones de imágenes raras, delirante música de cámara. Y en ese parafrasear poético bien me digo yo que ¿tiene sentido decir: oigo? o mejor sería decir ¡escucho¡ desde esa punta del tiempo para entender que la música tiene sentimiento por sí sola.
Hay aquí, sin duda, un trabajo activo, dinámico, reflexivo sobre todo, envolvente ante la duda. Debo de saber, me pregunto, que es la "Cumusic" cuando rehúyo en profundidad casi siempre eso de la Física cuántica o mejor, esa Física teórica dentro del marco de la teoría de las cuerdas, sin olvidarnos de que la mecánica cuántica provoca vibraciones. No sé dónde podría llegar, como persona sin límites; porque Julio Sanz marca un camino y lo hace convencido, sin saber dónde puede o debe llegar -en eso podemos parecernos casi todos los seres humanos-; pero no, él sí sabe en qué momento debe convencer -no al público sino así mismo- y propone este estudio para llegar a un fin, intrínseco a la misma música como bien dice, aportando datos extraordinarios, sorprendentes, increíbles, potenciadores de una eterna reflexión. Nos habla de templos y su comparativa musical, nos eleva a razonamientos de alquimia y éxtasis hacia el origen del Universo basados en la música y las vibraciones. Nos aporta datos científicos neuronales que explica como la música activa el cerebro; nos habla de la levitación sónica y las especulaciones sobre el tiempo y como incidir con vibraciones en el futuro, pasado y presente. Un lujo del pensamiento, ahora que apenas pensamos porque "perderíamos el tiempo" según apremian los vanos postulados de una contemporaneidad que no razona, sino que se diluye en la banalidad del mundo.
Este compositor, galardonado por la Tribuna internacional de la Música CIME-UNESCO recoge algunos de sus apuntes para una aproximación simbólica o intuitiva a la citada CuMusic a través de un viaje de anécdotas, leyendas, trabajos y experiencias. Este músico en el básico concepto de la expresión y en la máxima dimensión del contenido, el mismo que nos provocó admiración en su apartado de creación del Gabinete de Música Electroacústica -único a nivel nacional-, nos "arrastra" en el pensamiento para profundizar en la dimensión cuántica y te marca claves porque somos "vibraciones" necesitadas de su estímulo y a veces hay que llegar, quitándonos el miedo y la culpabilidad que tanto nos acecha en estos tiempos, haciéndolo con la nota Do cuando vibra en 396 hertzios de frecuencia.
No hay duda, a mí me ha alterado la consciencia -tal como diría Robert Monroe- y me ha llevado a viajes astrales donde he roto planteamientos filosóficos que tenía atenazados, descubriendo y sintiendo el por qué de muchas cosas. ¿Tú te puedes creer que podemos crear materia a partir de la acumulación puntual de vibraciones?, yo he llegado a planteármelo, sí amigos, he llegado a profesar en mi interior cómo crear independencia para hacer camino de vida. Este compositor de dilatada experiencia como profesor, investigador, divulgador y gestor, quiere hacer una profunda reflexión para abrir nuevos caminos al conocimiento. Y lo hace con sencillez, sin propuestas para los demás, sino para sí mismo y su gente, esa que aprende de sus dudas y que con su "Teoría unificada de la música" eleva propuestas y anima silogismos para una contemporaneidad que no sabe dónde tiene su final.
Yo no he querido más que ayudar en su lectura, procurar alcanzar un mínimo de comprensión que me permita hilvanar palabras para un Prólogo atrevido, pero siempre fiel a mi forma de trabajar en contenidos léxicos, porque es un trabajo y una persona que bien lo merecen. Lo felicito porque ha hecho un gran trabajo, uno más de los suyos; lo admiro por su valentía, capacidad y sentimiento; y lo respeto porque sabe lo que quiere en tiempos donde casi nadie "sabe dónde está". No he hecho más que abrir páginas a su lectura y lo he hecho con el orgullo de seguir a Pallaksch en esa "búsqueda del alma" para crecer un poco más en mi formación como persona:
                               El poeta es un celador de enigmas,
                               que guarda la llave dentro de muñecas rusas;
                               y el músico es un creador de vientos,
                               que guarda en su alma, los silencios del sonido.


Miguel Romero
Cronista Oficial de la ciudad
Correspondiente de la Real Academia de la Historia y de BBAA de San Telmo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario